Era la dinámica sombra en una pared, o el vaivén sutil de las cortinas; el cambio era un patrón implacable (tal vez el corazón mismo del tiempo) y así lo había entendido el señor Tomes. Nombrado y galardonado actualmente, fue convirtiéndose en el favorito de múltiples en el género fantástico. Recién surgido, sus historias inverosímiles pero deslumbrantes –y hasta sobrehumanas, al punto límite de lo negable- se esparcían vorazmente por el mercado.
Eran unos pocos caníbales invocando la flama sagrada, una suerte de herejes beduinos alabando al agua, el afán científico descubriendo la descarga. Simplemente únicas, sus historias…
En la lejanía surrealista, habitaba. En estos momentos, finaliza un tratado verídico que más tarde confundirían. Aquello que diferenciaba el día de la noche, la luna de las estrellas, lo facilitaba. Prodigiosa memoria portaba y no sencilla imaginación, como la verbosidad de sus críticos disertaban.
Esa noche, a una luz agradable y luego que su bendición se sumara al aguacero, cenaría precariamente; ni utensilios ni modales; solo satisfacer una necesidad, y así sería.
Después de todo uno nunca deja de ser –íntegramente- lo que fue alguna vez…
Eric Lescano
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es como leer a borges pero con más cuantica
ResponderEliminarjajja
"el cambio era un patrón implacable (tal vez el corazón mismo del tiempo)"
frase célebre en potencia
;)
jajaja gracias august! es una linda frase :)
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