Considerables veces se ha intentado develar el por qué de las desigualdades humanas (hablamos de las desigualdades negativas, aquellas que apelan a la moralidad; esas que no se piensan éticamente, sino que se sienten… en los más profundo); miles de eruditos participaban de extensos debates cíclicos que comenzaban en nada.
En ocasiones, se le dio el mérito a la Geografía: las vastas distancias que nos separan de nuestros semejantes generan costumbres, idiomas y hasta genotipos que exacerban hábitos maliciosos en un ser con mucho potencial para lo que –ingenuos- llaman bien (entendiéndolo como un sentimiento, como un dictado y no como una relatividad).
Así siguieron y siguieron, pero solo fueron palabras.
Y hasta el día de la fecha -que coincide con la de usted lector, casualmente- la ecuación sigue desequilibrada (no lo tome como una utopía sino como una falsedad).
Los días aún no matizan en gris.
Milagrosamente, todavía había fe en algo.
Se dice –o se dirá- que la música y el ser son uno; ambos de proceder inexacto, con el equilibrio emocional de la razón y el sentir; ambos, en última instancia, en la búsqueda irremediable de la felicidad. La música, allí y no más lejos estaba.
Es una posibilidad –entre otras, no lo dudo- que el día de mañana, seamos todos un pueblo entonando una misma canción.
Ya siento el repique de los bombos; ya siento el repique del corazón.
Eric Lescano
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Solo cantidad podrías envidiarle a otros autores, extensión quizás, pero Borges, bien sabemos, creía en la extensión de las obras como algo negativo, como una mentira sobre el arte propio.
ResponderEliminarjajajaja gracias qeridisimoo señorr mariopen :) es un gran tema el tamaño de las obras; tienen qe conllevar un equilibrio supongo..
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