Sucede cuando uno menos lo espera.
Y como en toda relación –y otras circunstancias de la vida y los números y los seres- ésta será única e irremplazable, a su modo: compañera de andanzas, anzuelo de la fortuna y prosperidad, soporte en vitales ocasiones.
En un primer momento (cuando aún somos desconocidos) un intercambio sensorial, comúnmente visual o táctil aunque hay excepciones numeradas y de las más inusuales. El intercambio siempre es mutuo aunque hay quienes promulgan (y lo harán, el destino siempre será tópico de sugestión) que ella elige a su portador, quizá con divina intervención.
Luego, en la siguiente fase, se adaptará el uno al otro e ilustremente se aceptará lo bueno y lo malo de cada quien; se intercambiarán las mágicas historias previas de ambos y hasta se congregarán los caminos, si la suerte cuenta con ello.
Como en toda relación, si ésta es buena, la tela cede y cede y el cuerpo es uno; y uno es libre de ir a la feria, a la plaza o al cumpleaños del otro, con la satisfacción de la compañera leal, incondicionalmente noble.
Si la relación no es buena todo propenderá al fin: es la mancha de mayonesa, el lavado que no debió, o más comúnmente el fondo del placard.
Eric Lescano
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