sábado, 24 de abril de 2010
Lo que alguna vez
Eran unos pocos caníbales invocando la flama sagrada, una suerte de herejes beduinos alabando al agua, el afán científico descubriendo la descarga. Simplemente únicas, sus historias…
En la lejanía surrealista, habitaba. En estos momentos, finaliza un tratado verídico que más tarde confundirían. Aquello que diferenciaba el día de la noche, la luna de las estrellas, lo facilitaba. Prodigiosa memoria portaba y no sencilla imaginación, como la verbosidad de sus críticos disertaban.
Esa noche, a una luz agradable y luego que su bendición se sumara al aguacero, cenaría precariamente; ni utensilios ni modales; solo satisfacer una necesidad, y así sería.
Después de todo uno nunca deja de ser –íntegramente- lo que fue alguna vez…
Eric Lescano
jueves, 22 de abril de 2010
Instrucciones para escribir una instrucción:
Paso 10) Puede seleccionar la idea de “paso 1” siempre y cuando su prórroga logre desconcierto en el lector, o bien la instrucción sea tan armónica que no requiera de mayores condecorados extrínsecos al mensaje en cuestión.
Paso 11) Procure que sus receptores conozcan el sistema de secuencia lógico a utilizar (en este caso entiéndase por binario) dado que sino puedan verse subestimados o desalentados con la situación.
Paso 12) Procure usted mismo conocer el sistema de secuencia lógico a utilizar sino eventualmente pueda verse desestimado o desalentado con la situación.
Paso siguiente) Sin importar sus limitaciones –que todos las tenemos, válganse del ejemplo- elijan escribir. En ese baile se ocultan los otros universos, las flores, los colores que aquí no (o tal vez pase que jamás sentimos), conviven el saber y el invento, orbitan la ley y la mentira; en el escribir hay magia, hay hermandad, hay una idea que deja de ser para volverse probabilidad… para ser opinión, ficción, subjetividad, perspectiva, filosofía. Logre libertad, asombro, duda.... El escribir nos libera y libera, nos hace y prepara. No dejen de pensar, no dejen de escribir. No lo dejen porque esa es la única ventana… al paso siguiente.
Eric Lescano
lunes, 19 de abril de 2010
tributo a un amigo
Y como en toda relación –y otras circunstancias de la vida y los números y los seres- ésta será única e irremplazable, a su modo: compañera de andanzas, anzuelo de la fortuna y prosperidad, soporte en vitales ocasiones.
En un primer momento (cuando aún somos desconocidos) un intercambio sensorial, comúnmente visual o táctil aunque hay excepciones numeradas y de las más inusuales. El intercambio siempre es mutuo aunque hay quienes promulgan (y lo harán, el destino siempre será tópico de sugestión) que ella elige a su portador, quizá con divina intervención.
Luego, en la siguiente fase, se adaptará el uno al otro e ilustremente se aceptará lo bueno y lo malo de cada quien; se intercambiarán las mágicas historias previas de ambos y hasta se congregarán los caminos, si la suerte cuenta con ello.
Como en toda relación, si ésta es buena, la tela cede y cede y el cuerpo es uno; y uno es libre de ir a la feria, a la plaza o al cumpleaños del otro, con la satisfacción de la compañera leal, incondicionalmente noble.
Si la relación no es buena todo propenderá al fin: es la mancha de mayonesa, el lavado que no debió, o más comúnmente el fondo del placard.
Eric Lescano
domingo, 18 de abril de 2010
I
De hecho, por definición, tampoco su contrapartida; el razonamiento redentor que definió la encrucijada fue el siguiente: Uno pensó- todo evento funesto puede ser considerado (irremediablemente, importante aclaración) como un evento fortuito; tal parcialidad ocurre cuando se compara el susodicho evento (provisionalmente no fortuito) con el mismo evento pero agravado imaginariamente.
La operación inversa también es válida pero se suponía incorrecto estimar infinitamente.
Ese día, en el que se tergiversa la dualidad, uno es libre.
Por ello, la suerte no existía.
Eric Lescano, Arriba del 42, parte dos, cuento primero (I).
que no pierda el ritmo
En ocasiones, se le dio el mérito a la Geografía: las vastas distancias que nos separan de nuestros semejantes generan costumbres, idiomas y hasta genotipos que exacerban hábitos maliciosos en un ser con mucho potencial para lo que –ingenuos- llaman bien (entendiéndolo como un sentimiento, como un dictado y no como una relatividad).
Así siguieron y siguieron, pero solo fueron palabras.
Y hasta el día de la fecha -que coincide con la de usted lector, casualmente- la ecuación sigue desequilibrada (no lo tome como una utopía sino como una falsedad).
Los días aún no matizan en gris.
Milagrosamente, todavía había fe en algo.
Se dice –o se dirá- que la música y el ser son uno; ambos de proceder inexacto, con el equilibrio emocional de la razón y el sentir; ambos, en última instancia, en la búsqueda irremediable de la felicidad. La música, allí y no más lejos estaba.
Es una posibilidad –entre otras, no lo dudo- que el día de mañana, seamos todos un pueblo entonando una misma canción.
Ya siento el repique de los bombos; ya siento el repique del corazón.
Eric Lescano
sábado, 17 de abril de 2010
el lugar de cada quien
Cuando el sujeto encontró un lugar propicio (el calificativo advierte un punto ubicuo) comenzó; el ideal era rememorar –para luego evocar- la lozanía de las pequeñas acciones; su cara era la esperanza.
Aunque relampaguee el sujeto tiene su cartel.
A través de él (la referencia es ambigua), miles advirtieron que una pequeña acción basta para reaccionar, aunque sea mínima, y lograr así un cambio (una acción conforme el tiempo logra eso, y eso será siempre así aunque se haya ido olvidando… diremos forzosamente)
La última vez que me fue lícito observarlo (al sujeto o al cartel, que ya eran un todo) seguía en aquel punto parcialmente multitudinario con una frase que se extendía más allá del cartel y de los barrotes, que todavía no eran; estimo que debió ser la correspondiente al día o a aquella tarde o tal vez al clima -casi de lluvia- o al número de golpes en su pecho; acepto que jamás entendí sobre patrones.
Desconozco de igual modo si –como de costumbre- fue un fallo de la educación. Tal vez realmente había perdido su fe en el cambio (y en su pequeña acción, y poco a poco fue absorbido como todo y todos); o quizá… era algo más, algo realmente profundo y capcioso, para mantenerse con vida.
La frase en cuestión es pronunciada ahora por mí, pero descreída aún muy a pesar; porque aunque parezca insano, una idea te mantiene vivo; las ideas hacen eso;
La crítica permitirá ver la sima flotaba sobre el cartel, en unas letras dignas de admiración.
Todavía reflexiono el asunto.
jueves, 15 de abril de 2010
Develado
Asimismo, los secretos son secretos; pero sus bases suelen ser populares y su fluir es casi instantáneo (no es así para su ulterior comprensión, que conlleva un largo camino evolutivo en busca del secreto que encierra todo secreto, o bien del equilibrio natural que intrínsecamente portan).
Se ha sabido de enamorados que logran el no pensar, de auras que logran el cromático redentor, de enseñanzas que superan las fronteras temporales, de guías que superan la dualidad y hemos comprendido -o todavía no- que todos somos uno, a partir de un secreto, antiguo e indio, que hoy se devela, nuevamente: Fue un día (o quizá pasmaba la luna) cuando comprendimos el instante –mínimo y quizá inexistente- en el que un ser calla, inexplicablemente, al oír sus palabras (puntualmente sus palabras, medidas y exactas) brotar de otro ser, que efectuando una arcaica magia –secreta, desde luego- toma involuntariamente los pensamientos de esa otra mente, que ahora es su mente, porque la conexión deja vislumbrar, y siempre ha sido así, que todos somos uno.
¹ la búsqueda respectiva por un verboide análogo siempre estuvo presente y a diferencia de varios que pasan su vida en un sondeo incesante, ésta se concreto cómodamente. Empero, en este escrito se conservará el léxico original por una cuestión de cábala pese a la discordia intrínseca que algunos puedan notar.
Los preciados
Esta construyendo (y estará construyendo).
Partió con un par (dos pares… tres pares…) de bloques, o ladrillos o aquello que lo circundaba, provisoriamente. Su horizonte estimó un x tiempo finito, cercano. No sería una labor forzosa; el tiempo –casi como para los celestiales- no sería problema, aún. Habiendo pactado su construcción con la calidez de aquel, administrando labor y ocio (aunque para los del primer pensamiento científico, lustros, milenios antes, habría sido lo mismo) comenzó.
Y ahora eran ya dos, o ya tres o más los pisos; y ahora el cielo era más; y todavía quedaban varios de aquellos, y todavía la experiencia (aunque adaptado) le costaba y en menor o mayor grado (y genial o ignorantemente) aun no se percataba: parapléjicamente, a medida que ascendía su ser, ascendía su horizonte y ascendían los otros, los preciados.
Y fue en el percatarse, la consternación. Cambió, en un vano intento, el pacto; pero ascenderían. Y ahora la estimación se desproporcionaba; y ahora –que veía desde las grandes alturas, los ya infinitos bloques en su pobre tiempo- llegaba a pensar que nunca alcanzaría; al menos al supremo. ¿Acaso no sabia el hombre, que otro supo que no supo nada? Ahora, en cambio, sabía algo.
Eric Lescano